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Daga Medieval

Daga medieval con empuñadura en marfilina tallada.

Las guardas en dorado terminan en cabeza de animal con una piedra en el centro.

Hoja con adornos en dorado

118,00 

1 disponibles

SKU NGS_235 Categoría Etiqueta

Descripción

Este producto se trata de una Daga Medieval con empuñadura en marfilina tallada. Las guardas en dorado terminan en cabeza de animal con una piedra en el centro. Hoja con adornos en dorado

 

¿Qué es una daga?

La daga se trata de un arma blanca (arama o herramienta  caracterizada con la capacidad de cortar, herir o punzar mediante bordes afilados o puntiagudos) corta de lámina y remate aplanada y remate agudo. Su longitud es más larga que la de un puñal y más corta que la de una espada, suele poseer doble filo al menos hacia la punta, así como guarda par aproteger el puño. Suele ser usada como un arma secundaria complementaria a la espada. También solían portarla mujeres como método de protección.

Las dagas aparecen en el III milenio a.C., en la Edad del Bronce. Los materiales con los que se hacían eran huesos, marfil y sílex. De procedencia hispana es el pugio (puñal usado por los soldados de las legiones de la República romana) que adoptaron los romanos, ideal para atravesar la lorigas gracias al nervio situado en el centro de su hoja, lo que le daba mayor penetración.

Las dagas en la Edad Media se dan a finales del siglo XIII. Las hojas podían ser lisas o acanaladas, como las que se han conservado en Tolosa y Zaragoza. La daga “cinqueada” o de “lengua de buey”, cuya hoja iba en disminución desde la empuñadura hasta la punta, fue muy usada para aprisionar la hoja del adversario y poder en ocasiones romperla. Una variedad de esta daga fue la escocesa, con una anilla gruesa en el puño para afirmar en ella el pulgar. También es escocesa la daga larga o “dirk”. En el siglo XIV se utilizó la daga rondel, de hoja redonda y muy aguda, que como el estilete era apropiada para traspasar la defensa de una cota de malla o armadura de escamas. Hacia el siglo XV  y XVI, por influjo de Oriente, las llamadas dagas de orejas, que entraron en Europa a través de los nazaríes, tenían pequeños orificios destinados a impregnarse de sustancias tóxicas o venenos.

La daga se llevaba pendiendo del cinturón, a las derecha, o a la espalda, sobre los riñones algunas veces, para ocultarla. En los siglos XVI y XVII se usó con frecuencia en los duelos de armas dobles, en que se esgrimía con la mano izquierda mientras que la espada se manejaba con la derecha. El II concilio de Pisa prohibió el uso de las dagas que midiesen más de un palmo de longitud, y eso, unido a que las armas de fuego la iban relegando, hizo que la daga se fuese acortando hasta que se conviertión en un simple puñal o cuchillo. En todos los casos, las dagas y los cuchillos son considerados armas secundarias o terciarias.

La facilidad con que se ocultaba una daga hizo que se empleara frecuentemente en asesinatos. El caso más famoso de un asesinato con dagas fue el de Julio César, dictador romano que sufrió 23 puñaladas.